El Hub Latinoamericano y Caribeño de Política de Innovación Transformativa retomó su serie de seminarios y esta vez los protagonistas fueron los miembros del Equipo de la Alianza EFI (Alianza para la Economía Formal Inclusiva) y sus invitados de Argentina, Lucas Becerra del Laboratorio Abierto de Innovación y Economía Circular LabI&EC, David Alejandro Mejía y Maria Laura Guanoluisa de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador RENAREC.
El seminario abordó la gestión de residuos en Latinoamérica, tema central del Experimento liderado por la Alianza EFI, y trajo a discusión distintas perspectivas en la construcción de un proceso más sostenible e inclusivo.
Uno de los elementos más importantes a resaltar de los tres casos presentados es la nueva mirada de la innovación y el desarrollo tecnológico como medio para afrontar desafíos ambientales y sociales. Schot & Steinmueller (2016) resaltan la necesidad de que la Innovación y el Desarrollo Tecnológico atienda los desafíos sociales y ambientales de nuestros días, y no solo el crecimiento económico, la generación de conocimiento y la competitividad como lo hacen los marcos convencionales de política de Ciencia, Tecnología e Innovación. Las tres experiencias ponen en el centro el trabajo con los recuperadores y recicladores y buscan mecanismos de inclusión y cuidado que permitan cambiar el sistema socio-técnico de la disposición de residuos. La innovación y la tecnología juegan un papel importante en la realización de estos nuevos métodos de organización y mercado, pero son parte integral de una solución que supera los artefactos y la técnica.
La complejidad del problema
Los problemas sociales y ambientales son por naturaleza complejos. El sistema de gestión de residuos está compuesto por múltiples fuentes de generación de residuos, entre ellos hogares, industrias, empresas, espacios públicos, agrupaciones residenciales, cuyos volúmenes corresponden a 4.4, 11 y 16.5 millones de toneladas por año en Ecuador, Colombia y Argentina respectivamente. Más allá de los retos que impone la generación de residuos a esta escala, incentivados por un estilo de vida y consumo insostenibles, las relaciones sociales y de mercado que dominan el sistema actual de gestión imprimen mayor complejidad al problema. Allí confluyen actores formales e informales, heterogéneos y con diversas motivaciones, algunas de mercado, otras como opción de empleabilidad y generación de ingreso. Los componentes tecnológicos y normativos son fundamentales en la mediación y funcionamiento de dichas relaciones. Como lo explicó Lucas Becerra, la Economía Circular (EC) surge como una alternativa para la gestión de residuos, pasando de una visión lineal del uso de los recursos naturales para la producción y el consumo humano a uno orientado a la regeneración del capital natural, optimización de recursos disponibles y la gestión de externalidades asociadas a economías del compartir. Sin embargo, los expositores coinciden en que este enfoque es limitado para abordar la problemática, en la figura 1, el análisis propuesto por el LabI&EC.
Las limitaciones de la EC y las ventajas del enfoque de sistemas socio-técnicos
Entre los desafíos más grandes de las transiciones sostenibles están el cambio de los patrones de comportamiento y las relaciones que median las prácticas y vida cotidiana, así como el impacto a nivel sistémico. De esto se derivan múltiples reflexiones. La construcción de nuevos esquemas de gestión de residuos supone nuevos relacionamientos entre los diversos actores, que pueden involucrar nuevas tecnologías, mecanismos de valoración y mercado, así como marcos normativos. La primera pregunta que surge es, ¿Cómo inicia el cambio? ¿Quién lidera este cambio? ¿Es el cambio normativo o de política suficiente para superar este problema complejo?
Las tres experiencias enfatizan el componente social como factor de cambio desde la base. Alianza EFI resalta el componente de salud y dignificación de los recuperadores como elemento de cambio en su experimento de innovación transformativa, que espera identificar nuevas formas de relacionamiento entre la fuente y el recuperador. Por su parte, el LabI&EC de Argentina señala como punto de partida el reconocimiento y valorización de prácticas y sentidos de circularidad en experiencias asociativas de base. Estos pueden ser sistematizados y permiten el co-diseño de nuevas formas de organización, trabajo y gestión de los residuos. Bajo esta perspectiva han surgido nuevos actores de mercado, así como oportunidades de I+D de materiales sin mercado y ajustes normativos asociados. Finalmente, RENAREC, en la voz de Maria Laura, recicladora de oficio, recoge la experiencia de la Red de Recicladores de Base como una solución al modelo de gestión de residuos sólidos en Ecuador, recolectando en todas las fuentes, transportando, clasificando e intermediando en la industria, como lo muestra la figura 2. Los tres casos llaman la atención acerca de la importancia de la política pública para facilitar estos cambios, con el caso de Ecuador siendo el más avanzado con una nueva normativa de gestión de residuos sólidos inclusiva, donde los recicladores de base son integrados en su definición y operacionalización.
Dos de los tres expositores utilizan una aproximación desde la investigación y el trabajo con las comunidades. RENAREC presenta una experiencia desde la práctica, con una transformación del sistema a partir de trabajo desde la base, con los recuperadores y recicladores. Esto es importante porque dos razones. En primer lugar, contrasta con la visión más técnica y centrada en la tecnología prevista por la EC. Segundo, muestra cómo actores no vinculados a las instituciones tradiciones de generación de conocimiento e innovación puede ser protagonistas en procesos de transformación.
¿Qué tan transformadores son estas experiencias?
Las experiencias presentadas desafían y logran cambios sistémicos en la gestión de residuos, aunque no reemplazan el sistema por uno radicalmente nuevo. Esto se define como “ajustar y conformar” en procesos de transiciones. El factor de cambio es la inclusión, que permite integrar, reconocer y legitimar la práctica del reciclador de base como agente en el sistema. A partir de ello, se detonan cambios en la percepción tanto de los recicladores y su oficio, como en las fuentes, hogares e industrias que validan y establecen relaciones con este actor. Esto impacta la remuneración, formalización, seguridad y salubridad asociada al ejercicio de estas labores. Nuevos roles aparecen en el mercado, intermediando con las empresas recolectoras y procesadoras, componentes formales del sistema dominante. También aparecen nuevos roles asociados a la valoración de nuevos productos y de los residuos clasificados. Estos cambios se reflejan y consolidan en una nueva legislación y política pública. Quizás sea pertinente entender un poco más en qué momento la política “protege” y “nutre” estas iniciativas y el proceso subyacente. Estos son dos procesos angulares de las transiciones sostenibles, que pueden dar lugar a otro seminario. El video del seminario puede encontrarlo aquí.
Claudia Obando Rodríguez
Investigadora asociada – Hub Latinaomericano y Caribeño de Política de Innovación Transformativa